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Monjes budistas en Orange

sueño,

viajo,

me convierto.

En la actualidad, el acto de viajar se ha vuelto más accesible que nunca gracias a la globalización y el avance de las tecnologías de la información. Puede llevarnos a cualquier rincón del mundo de manera rápida y cómoda. No obstante, viajar no se trata únicamente de llegar a un destino; saber cómo disfrutarlo es igualmente crucial.

 

Existe una marcada diferencia entre ser un turista y convertirse en un auténtico viajero. El turista disfruta de sus desplazamientos por placer, pero lo hace de manera superficial, limitándose a visitar los lugares más conocidos sin sumergirse en la autenticidad de la cultura y la vida cotidiana del destino. Por otro lado, el viajero busca una experiencia más profunda, dispuesto a abandonar su zona de confort para conectar verdaderamente con la cultura local.

 

La elección entre ser un turista o un viajero es personal y única. No hay un enfoque correcto o incorrecto para viajar, ya que todos somos distintos y tenemos preferencias diversas.

 

En mi experiencia, he tenido la oportunidad de viajar de ambas formas. Sin embargo, lo que he aprendido es que explorar nuevos lugares sin establecer conexiones significativas me ha dejado con la persistente sensación de anhelar algo más profundo.

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